felicitaciones a la profesora Nora por el gran empeño que le a mostrado a nuestra institución educativa para un mejor bienestar de los estudiantes y demás maestros, nuevamente felicitaciones.
El león y la garza Una mañana, la garza decidió salir temprano a pescar. Se dirigió a un rió, en el que había numerosos peces, y al final de la mañana cálculo que tenía suficientes para prepararse una excelente comida. --Voy a dar un banquete—Dijo. Recogió leña, prendió una hoguera y puso a freír el pescado. El león, que tenía un olfato finísima, sintió desde lejos el aroma que despedía la comida de la garza y no tardo en presentarse. --¿Qué está preparando, garza?—pregunto con interés Que hay que sufrir para ser bello, aceptare el dolor sin quejarme. --¡muy bien! --¡Quiero tener una piel con lunares negros! –Ordeno el rey de los animales. —Como quieras—dijo la garza—Haré lo que pueda para complácerte. Pero antes de comenzar, necesito hacer unas correar de piel de cebra. --¿Para qué? --No hagas preguntas. Ya verás—respondió garza. El león tenía tantos deseos de piel con lunares, que salió a cazar inmediatamente. Pronto vio una manada de cebras, se acercó y mato rápidamente a una que era todavía muy joven. La agarro con los dientes y la arrastro hasta el lugar donde la garza lo esperaba. Luego de haber desollado la cebra, la garza corto el cuero en tiras y el león se comió la carne todavía caliente. --Vamos, león –dijo la garza la cuando termino su tarea. Los dos caminaron hasta llegar a un árbol inmenso que debía tener centenares de años. --Párate en las patas traseras –dio la garza --, y abrázate al tronco de este árbol. Te atare con las tiras acabo de cortar. El león sentía desconfianza y vacilo. --¿Por qué me quieres atar? –pregunto. --Tengo que hacerlo –declaro la garza con firmeza--. Si no te atara bien, podrías moverte y la piel no te quedaría bien pintada. El león se dejó convencer y acepto. Se abrazó al árbol y a la garza lo ato firmemente con las correas. --Bueno –dijo--. Ya puedo comenzar a trabajar en tu pelaje. La garza tomo entonces una de las ramas que había servido para freír el pescado. La Punta todavía estaba encendida y, sin vacilar, aplico la llama al lomo del león. El infeliz de dolor. --¿Por qué te quejas? –Pregunto la garza fingiendo sorpresa--. ¿No querías una piel con lunares negros? ¡No tardaras en tenerla! ¡Toma, por el primer pescado que me quitarse! Aplico por segunda vez la rama encendida al lomo del león el cual se quejó a grito herido. --Cálmate –Dijo la garza--. ¡Toma por el segundo pescado que te comiste! Luego le quemo el lomo tantas veces como el león le había quitado los pescados. El pobre león padeció este suplicio rugiendo de dolor y de rabia. Cuando termino la garza declaro: --León, tu pelaje ya está lleno de lunares negros. En Verdad creo que ha quedado más bello que el de la pantera. Y con una carcajada, salió volando. Después de esta experiencia, el león no volvió a hacerse invitar por nadie.
Una mañana, la garza decidió salir temprano a pescar. Se dirigió a un rio, en el que había numerosos peces, y al final de la mañana calculo que tenía suficientes para prepararse una excelente comida. --Voy a dar un banquete—Dijo. Recogió leña, prendió una hoguera y puso a freír el pescado. El león, que tenía un olfato finísima, sintió desde lejos el aroma que despedía la comida de la garza y no tardo en presentarse. --¿Qué está preparando, garza?—pregunto con interés Que hay que sufrir para ser bello, aceptare el dolor sin quejarme. --¡muy bien! --¡Quiero tener una piel con lunares negros! –Ordeno el rey de los animales.—Como quieras—dijo la garza—Hare lo que pueda para complácete. Pero antes de comenzar, necesito hacer unas correar de piel de cebra. --¿Para qué? --No hagas preguntas. Ya verás—respondió garza. El león tenía tantos deseos de piel con lunares, que salió a cazar inmediatamente. Pronto vio una manada de cebras, se acercó y mato rápidamente a una que era todavía muy joven. La agarro con los dientes y la arrastro hasta el lugar donde la garza lo esperaba. Luego de haber desollado la cebra, la garza corto el cuero en tiras y el león se comió la carne todavía caliente. --Vamos, león –dijo la garza la cuando termino su tarea. Los dos caminaron hasta llegar a un árbol inmenso que debía tener centenares de años. --Párate en las patas traseras –dio la garza --, y abrázate al tronco de este árbol. Te atare con las tiras acabo de cortar. El león sentía desconfianza y vacilo. --¿Por qué me quieres atar? –pregunto. --Tengo que hacerlo –declaro la garza con firmeza--. Si no te atara bien, podrías moverte y la piel no te quedaría bien pintada. El león se dejó convencer y acepto. Se abrazó al árbol y a la garza lo ato firmemente con las correas. --Bueno –dijo--. Ya puedo comenzar a trabajar en tu pelaje. La garza tomo entonces una de las ramas que había servido para freír el pescado. La Punta todavía estaba encendida y, sin vacilar, aplico la llama al lomo del león. El infeliz de dolor. --¿Por qué te quejas?. –pregunto la garza fingiendo sorpresa--. ¿No querías una piel con lunares negros? ¡No tardaras en tenerla! ¡Toma, por el primer pescado que me quitarse! Aplico por segunda vez la rama encendida al lomo del león el cual se quejó a grito herido. --Cálmate –Dijo la garza--. ¡Toma por el segundo pescado que te comiste! Luego le quemo el lomo tantas veces como el león le había quitado los pescados. El pobre león padeció este suplicio rugiendo de dolor y de rabia. Cuando termino la garza declaro: --León, tu pelaje ya está lleno de lunares negros. En Verdad creo que ha quedado más bello que el de la pantera. Y con una carcajada, salió volando. Después de esta experiencia, el león no volvió a hacerse invitar por nadie. nombre:jhon eduar andrae 3c
me parece muy bien que esten mejorando la escuela.
ResponderEliminarfelicitaciones a la profesora Nora por el gran empeño que le a mostrado a nuestra institución educativa para un mejor bienestar de los estudiantes y demás maestros, nuevamente felicitaciones.
ResponderEliminarEl león y la garza
ResponderEliminarUna mañana, la garza decidió salir temprano a pescar. Se dirigió a un rió, en el que había numerosos peces, y al final de la mañana cálculo que tenía suficientes para prepararse una excelente comida.
--Voy a dar un banquete—Dijo.
Recogió leña, prendió una hoguera y puso a freír el pescado. El león, que tenía un olfato finísima, sintió desde lejos el aroma que despedía la comida de la garza y no tardo en presentarse.
--¿Qué está preparando, garza?—pregunto con interés
Que hay que sufrir para ser bello, aceptare el dolor sin quejarme.
--¡muy bien!
--¡Quiero tener una piel con lunares negros! –Ordeno el rey de los animales. —Como quieras—dijo la garza—Haré lo que pueda para complácerte. Pero antes de comenzar, necesito hacer unas correar de piel de cebra.
--¿Para qué?
--No hagas preguntas. Ya verás—respondió garza.
El león tenía tantos deseos de piel con lunares, que salió a cazar inmediatamente. Pronto vio una manada de cebras, se acercó y mato rápidamente a una que era todavía muy joven. La agarro con los dientes y la arrastro hasta el lugar donde la garza lo esperaba. Luego de haber desollado la cebra, la garza corto el cuero en tiras y el león se comió la carne todavía caliente.
--Vamos, león –dijo la garza la cuando termino su tarea.
Los dos caminaron hasta llegar a un árbol inmenso que debía tener centenares de años.
--Párate en las patas traseras –dio la garza --, y abrázate al tronco de este árbol. Te atare con las tiras acabo de cortar.
El león sentía desconfianza y vacilo.
--¿Por qué me quieres atar? –pregunto.
--Tengo que hacerlo –declaro la garza con firmeza--. Si no te atara bien, podrías moverte y la piel no te quedaría bien pintada.
El león se dejó convencer y acepto. Se abrazó al árbol y a la garza lo ato firmemente con las correas.
--Bueno –dijo--. Ya puedo comenzar a trabajar en tu pelaje.
La garza tomo entonces una de las ramas que había servido para freír el pescado. La Punta todavía estaba encendida y, sin vacilar, aplico la llama al lomo del león. El infeliz de dolor.
--¿Por qué te quejas? –Pregunto la garza fingiendo sorpresa--. ¿No querías una piel con lunares negros? ¡No tardaras en tenerla! ¡Toma, por el primer pescado que me quitarse!
Aplico por segunda vez la rama encendida al lomo del león el cual se quejó a grito herido.
--Cálmate –Dijo la garza--. ¡Toma por el segundo pescado que te comiste!
Luego le quemo el lomo tantas veces como el león le había quitado los pescados. El pobre león padeció este suplicio rugiendo de dolor y de rabia. Cuando termino la garza declaro:
--León, tu pelaje ya está lleno de lunares negros. En Verdad creo que ha quedado más bello que el de la pantera.
Y con una carcajada, salió volando. Después de esta experiencia, el león no volvió a hacerse invitar por nadie.
nombre:andres felipe cordoba astaiza 3c
Una mañana, la garza decidió salir temprano a pescar. Se dirigió a un rio, en el que había numerosos peces, y al final de la mañana calculo que tenía suficientes para prepararse una excelente comida.
ResponderEliminar--Voy a dar un banquete—Dijo.
Recogió leña, prendió una hoguera y puso a freír el pescado. El león, que tenía un olfato finísima, sintió desde lejos el aroma que despedía la comida de la garza y no tardo en presentarse.
--¿Qué está preparando, garza?—pregunto con interés
Que hay que sufrir para ser bello, aceptare el dolor sin quejarme.
--¡muy bien!
--¡Quiero tener una piel con lunares negros! –Ordeno el rey de los animales.—Como quieras—dijo la garza—Hare lo que pueda para complácete. Pero antes de comenzar, necesito hacer unas correar de piel de cebra.
--¿Para qué?
--No hagas preguntas. Ya verás—respondió garza.
El león tenía tantos deseos de piel con lunares, que salió a cazar inmediatamente. Pronto vio una manada de cebras, se acercó y mato rápidamente a una que era todavía muy joven. La agarro con los dientes y la arrastro hasta el lugar donde la garza lo esperaba. Luego de haber desollado la cebra, la garza corto el cuero en tiras y el león se comió la carne todavía caliente.
--Vamos, león –dijo la garza la cuando termino su tarea.
Los dos caminaron hasta llegar a un árbol inmenso que debía tener centenares de años.
--Párate en las patas traseras –dio la garza --, y abrázate al tronco de este árbol. Te atare con las tiras acabo de cortar.
El león sentía desconfianza y vacilo.
--¿Por qué me quieres atar? –pregunto.
--Tengo que hacerlo –declaro la garza con firmeza--. Si no te atara bien, podrías moverte y la piel no te quedaría bien pintada.
El león se dejó convencer y acepto. Se abrazó al árbol y a la garza lo ato firmemente con las correas.
--Bueno –dijo--. Ya puedo comenzar a trabajar en tu pelaje.
La garza tomo entonces una de las ramas que había servido para freír el pescado. La Punta todavía estaba encendida y, sin vacilar, aplico la llama al lomo del león. El infeliz de dolor.
--¿Por qué te quejas?. –pregunto la garza fingiendo sorpresa--. ¿No querías una piel con lunares negros? ¡No tardaras en tenerla! ¡Toma, por el primer pescado que me quitarse!
Aplico por segunda vez la rama encendida al lomo del león el cual se quejó a grito herido.
--Cálmate –Dijo la garza--. ¡Toma por el segundo pescado que te comiste!
Luego le quemo el lomo tantas veces como el león le había quitado los pescados. El pobre león padeció este suplicio rugiendo de dolor y de rabia. Cuando termino la garza declaro:
--León, tu pelaje ya está lleno de lunares negros. En Verdad creo que ha quedado más bello que el de la pantera.
Y con una carcajada, salió volando. Después de esta experiencia, el león no volvió a hacerse invitar por nadie.
nombre:jhon eduar andrae 3c